El material del que estaban hechos los sueños
En una época en la que la edad del que suscribe esto apenas alcanzaba los dos dígitos, los gráficos de los videojuegos eran bidimensionales, pixelados y en gran parte monocromos. La imaginación del jugador tenía que poner un mucho de su parte para completar la representación visual en pantalla. Éste nivel de abstracción forzaba al jugador a proyectarse en la pantalla. La puerta de entrada a este mundo solían ser las ilustraciones que presentaba la caja que contenía una de aquellas cintas-cassette. A veces había correspondencia con la ilustración y el juego. Muchas otras apagabas el juego a los 5 minutos porque te aburría supinamente, pese haber tenido que esperar 30 minutos de carga. Pero en ese interín, tu imaginación había volado lejos, muy lejos. En incontables ocasiones, la voluptuosidad de la obra de Azpiri fue la que contribuyó a esos eternos momentos de contemplación estática, de puro arrebato.
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